
06 Oct Una bella persona
Hace unos días una muy querida amiga me enviaba un fragmento de un libro que le regalé hace algún tiempo, «Semillas Zen. Reflexiones de una monja Zen», de la maestra Shundo Aoyama (está publicado en la editorial Miraguano). Va muy al hilo del tipo de temas de los que suelo hablar en el blog, así que incluyo aquí el breve fragmento, que lleva el título de «Quiero convertirme en una bella persona»:
«La gente camina por la vida completamente inconsciente de que sus rostros y cuerpos revelan todo lo referente al modo de vida que han llevado. Una desnudez tal puede ser embarazosa, incluso diría que es algo aterrador.
Todo lo que hemos pensado, dicho y hecho desde el nacimiento ha moldeado nuestros rostros, cuerpos y personalidades. De un vistazo, una persona perspicaz puede percibir toda nuestra historia.
¿Fue Lincoln quien dijo que el hombre era responsable de su aspecto a partir de los cuarenta? Es en los cuarenta cuando, como si se hubiesen sido configurados desde el nacimiento por un cincel invisible, rostro y cuerpo revelan una belleza o fealdad que no puede ser disfrazada por ningún maquillaje o vestido.
El poeta y calígrafo japonés moderno Yaichi Aizu escribió en cierta ocasión a un conocido: ‘Amigo mío, por ser circunspecto en todo lo que pienso y hago, por tener un corazón en paz, espero convertirme en una bella persona’. Yo también siento que me gustaría envejecer de esa manera».
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Enviado el 13:26h, 10 octubre[…] ← Una bella persona […]