
09 May Terapia de Liberación Miofascial: la caja de Pandora
Hace ya cinco años que comencé a escribir este blog (de manera más o menos periódica…). No me fijo en los temas que parecen tener más “éxito” entre los lectores para decidir sobre qué escribir: lo hago en ratos libres, porque me gusta reflexionar y escribir y para compartir aquello sobre lo que estoy dando vueltas mentales (públicamente declarables 😉 )
Pero ocurre que cuando a veces echo un vistazo a las estadísticas del blog casi siempre hay visitas a una pequeña entrada que escribí hace unos años. Se llama “Liberar las fascias, liberar las tensiones” y sin comerlo ni beberlo se ha convertido en la segunda entrada más exitosa del blog (la primera es ésta, donde hablo del librito “Emocionario”).
Hasta ahí todo bien. La cuestión es que resulta que ya no estoy demasiado de acuerdo con lo que escribí entonces y me gustaría matizarlo, para que aquellos que leen esa entrada puedan leer, si les interesa, esta opinión también (aclaro, en cualquier caso, que yo de experta en fascias tengo poco y que en ambos casos estoy compartiendo mi experiencia).
Probé la terapia de liberación miosfascial porque tenía molestias físicas recurrentes y la visita semanal o quincenal al fisioterapeuta no lograba resolver el problema. Me comentaron que era un trabajo más sutil y profundo, me sonó interesante y acepté la propuesta. Mirando atrás, sin embargo, diría que para mí en particular no fue una buena idea hacer este tipo de terapia porque hizo que despertara, descontrolada, una enfermedad que llevaba más de una década dormitando sin molestar demasiado… Sigue así a día de hoy.
He oído hablar mucho de las crisis de sanación, de cómo se supone que enfermas y te pones peor al seguir ciertos tratamientos y al cabo de unos días o semanas acabas recuperándote. No dudo que esto ocurra a ciertas personas, pero yo recuerdo haber vivido tres experiencias de ese tipo (con distintos tratamientos) y en ninguna ocasión logré salir de forma airosa y saludable de las crisis, tal y como me habían prometido que ocurriría.
Hace poco, mientras daba vueltas a la “popularidad” del post sobre las fascias, decidí consultar sobre el tema a una “multiterapeuta” a la que suelo acudir (es médico, aunque se alejó de la medicina convencional, y posee numerosa formación y años de experiencia en terapias alterativas y terapias corporales). Le pregunté simplemente: “¿Qué opinas de la terapia de liberación miofascial?”. Y me respondió: “Es abrir la caja de Pandora”.
Soy bastante curiosa y me gusta probar cosas distintas, pero cada vez soy más reticente a la “vía rápida”. Las fascias son almacenes de una gran cantidad de contenido emocional, incluso trauma. Creo que es un error que los fisioterapeutas (en España son los que realizan este tipo de terapia), quienes no tienen ningún tipo de preparación psicológica (más allá de “sí, a veces a la gente le tocas en un sitio y llora”) hagan un trabajo de liberación miofascial.
Quizás sólo deberían hacer ese tipo de manipulación psicoterapeutas corporales muy bien preparados, como un método más de sanación integral dentro de un proceso que se esté realizando. Quizás ni siquiera. Me llama la atención que busco en internet información sobre las fascias, las crisis de sanación y su efecto psicológico y no encuentro nada al respecto, ni una sola voz en contra, o recomendando cautela… ¡Conocemos tan poquito, aún hoy día, de cómo funciona nuestro cuerpo! A veces jugamos con fuego y ni siquiera lo sabemos.
Liberar las fascias, liberar las tensiones | Coaching desde el Yoga
Enviado el 10:36h, 09 mayo[…] (Para una actualización sobre este tema, leer: Terapia de Liberación Miofascial: La caja de Pandora). […]