
18 Sep Hipnotizados
Existen teorías diversas sobre cuántos pensamientos producimos al día. Hay un cálculo, que se suele mencionar a menudo (a partir de un supuesto estudio de la National Science Foundation en 2005), que afirma que una persona corriente tiene entre 12.000 y 60.000 pensamientos diarios (esto en 2005, antes de Instagram, Twitter, Facebook y que los smartphones fueran moneda corriente). A mí me llama la atención que en estos tiempos, de tanta pasión por la investigación y la neurociencia, nadie se haya puesto realmente a realizar este estudio de una vez, en lugar de que sigamos citando todos una investigación de mentirijillas. A ver si alguien se anima a contabilizar la escalada de agitación y frenesí mental en que andamos globalmente metidos y el vacío se subsana pronto.
El caso es que mientras buscaba la fuente de ese estudio terminé metiéndome en distintos blogs en los que se cuestionaba que algo así pudiese ser posible: ¿cómo vamos a estar pensando tantísimo? Eso implicaría tener de media un pensamiento por minuto, y hay pensamientos a los que dedicamos mucho más tiempo… Es más, ¿qué es un pensamiento? ¿Hace referencia solamente a un discurso verbal interno o también a otro tipo de órdenes cerebrales?
La verdad es que no tengo una naturaleza demasiado científica per se, en el sentido de que tengo un gran interés por la naturaleza humana pero especialmente por las vivencias internas y subjetivas, y eso la psicología actual (quiero decir la que se estudia en las universidades), que se autodefine como “ciencia”, no lo contempla porque no resulta cuantificable. Pero mi experiencia meditativa me ha mostrado que, sea cual sea el número, sin duda pensamos… y mucho. Para mí, por ejemplo, fue una sorpresa darme cuenta de que mientras estamos durmiendo plácidamente (o eso creíamos), nuestra mente sigue pensando durante unas cuantas horas más.
Por otro lado, el contenido mental que producimos no consiste sólo en toda la palabrería que estamos generando (de la que, comparativamente, somos más conscientes), sino de una cantidad de imágenes e impresiones sensoriales que tenemos registradas en nuestro cerebro y que se van superponiendo a toda velocidad. Si tenemos miedo, es probable que aparte de los pensamientos que alimentan nuestro miedo, a la vez, se estén reproduciendo en nuestro cerebro a un nivel mucho más sutil y por tanto mucho más inconsciente imágenes que nos conectan con esa emoción. Recuerdo la primera vez, en un retiro hace ya bastantes años, en que justamente se despertó en mí un profundo miedo, y descubrí esas imágenes que se estaban produciendo ante mí: para mi sorpresa, esas imágenes “terroríficas”, cuando pude identificarlas, se parecían bastante a imágenes de películas que había visto y me habían asustado… muchas de ellas, de niña. Es más, algunas de ellas eran imágenes de dibujos animados. ¡Mi repertorio visual de grandes miedos ni siquiera eran episodios reales en mi vida! Pero ahí estaban, bien guardaditos en la recámara del inconsciente para despertarme o decorar mi pánico cuando fuera necesario.
Cualquiera que se haya detenido a observar mínimamente su actividad mental reconocerá que de original tiene poco. De nuevo, el supuesto estudio de la National Science Foundation que todo el mundo cita pero que no aparece por ningún lado hablaba de un 95% de pensamientos repetitivos y un 80% de pensamientos negativos. A mí, la verdad, me parece mucho decir que un 5% de los pensamientos que tenemos al día son novedosos… Quizás hay días en que estoy inspirada y ocurrente y tengo alguna asociación novedosa, o de repente se me ocurre una propuesta surgida “de la nada” en una clase, o hago una combinación de palabras poco habitual en mí, o añado una especia diferente a un plato… Pero la mayor del tiempo novedades, lo que se dice novedades, hay pocas, muy pocas. Así que me resulta poco verosímil que una persona que produzca 60.000 pensamientos diarios tenga 3.000 ocurrencias en un día, y aún más dudoso que las personas con más agitación mental tengan (ya que es proporcional), un mayor número de pensamientos creativos.
Esto me lleva al título de este ‘post’: hipnotizados. Recuerdo haber leído en algún lugar hace tiempo que en China, durante la revolución cultural (1966-1976), cuando ciudades como Pekín se llenaron de altavoces para repetir una y otra vez las consignas revolucionarias, la gente se escapaba a dar paseos al zoo, que era el único lugar donde habían dejado de lanzar propaganda porque los animales se les volvían locos.
Nosotros, en cambio, no, o quizás es que ya lo estamos. Ya llevamos la radio dentro, repitiéndonos una y otra vez los mismos mensajes, diciéndonos “no puedes”, o “tienes que”, o “eres un desastre”, o “yo soy así, nunca cambiaré”, o cualquiera que sean las palabras que nuestros padres o entorno llevaban grabadas en su radio personal. Nos las repetimos una y otra, y otra vez y, como hizo Mao Zedong, que consiguió que los hijos denunciaran a sus padres, y los alumnos a sus profesores, al final terminamos creyéndolos y nos ponemos a nosotros mismos la zancadilla.
Nos construimos inconscientemente un filtro y vemos la realidad a través de él. Se trata de hacer consciente el filtro, cambiarlo un poco, e incluso poder ir creando algunas ventanitas para tener experiencias directas. El trabajo para desarmar todo esto es muy largo, pero al menos existen herramientas para hacerlo, y hoy día cada vez son más accesibles. Otra cosa es que luego estemos dispuesto a hacer el esfuerzo que implica.
¿Eres capaz de darte cuenta de cómo te hipnotizas una y otra vez con la misma historia? ¿Puedes ver cómo haces para hipnotizar a la gente a tu alrededor? Creo que, ya que vamos a estar hipnotizarnos continuamente, que juegue a nuestro favor: no está de más recordarse, por lo menos, que sólo porque hayamos tenido un pensamiento éste no tiene por qué ser cierto.
dagastulk
Enviado el 14:13h, 21 septiembreUna mentira mil veces contada, se convierte en una verdad. ¡ Eso dice el refrán o dicho !Las mentiras son ciertas, para el que le conviene. La idiotización es uno de los mayores controles ejercidos sobre la población inerte. El despertar, es la mejor opción. La masa, no piensa; actúa por controles ya establecidos en sus pequeños cerebros, sin saber la razón, ni sus porqués. Lo vemos a diario y con internet llego el » Booommm».